--ABANICOS EN CHINA--
Descubrimientos arqueológicos revelan que hace por lo menos 2.400 años, ya existían en China abanicos hechos de pluma y bambú.
En China, los abanicos refrescaban de una manera más “democrática”, y ellos mismos eran mucho más variados en diseño y embellecimiento. Además del iridiscente abanico de plumas de pavo real, los chinos crearon el abanico “de biombo”, con tejido de seda tensado sobre un armazón de bambú y montado en un mango lacado.
El siglo VI d.C., introdujeron este abanico entre los japoneses, los cuales, a su vez, idearon una ingeniosa modificación: el abanico plegable. Este abanico japonés consistía en una pieza de tela de seda unida a una serie de bastoncillos que se abatían unos sobre otros. Según su tela, color y diseño, estos abanicos tenían nombres diferentes y usos prescritos. Las mujeres, por ejemplo, usaban abanicos de “baile”, de “corte”, y de “té”, en tanto que eran propios de los hombres los abanicos “de montar” e incluso los “de combate”.
Los japoneses introdujeron en China el abanico plegable en el siglo X, y a partir de entonces fueron los chinos quienes introdujeron acertadas modificaciones en el diseño japonés. Prescindiendo del tejido de seda tensado entre palillos separados, los chinos lo sustituyeron por una serie de láminas de bambú o de marfil. Por sí solas, estas láminas, unidas en su parte superior por una cinta, constituían el abanico, también plegable. A partir del siglo XV, los mercaderes europeos que comerciaban en Oriente volvieron con amplios surtidos de decorativos abanicos chinos y japoneses. Sin duda alguna, el modelo más popular era el llamado “brise”, con láminas de marfil intrincadamente talladas y unidas por un cinta de seda blanca o roja.
Los japoneses introdujeron en China el abanico plegable en el siglo X, y a partir de entonces fueron los chinos quienes introdujeron acertadas modificaciones en el diseño japonés. Prescindiendo del tejido de seda tensado entre palillos separados, los chinos lo sustituyeron por una serie de láminas de bambú o de marfil. Por sí solas, estas láminas, unidas en su parte superior por una cinta, constituían el abanico, también plegable. A partir del siglo XV, los mercaderes europeos que comerciaban en Oriente volvieron con amplios surtidos de decorativos abanicos chinos y japoneses. Sin duda alguna, el modelo más popular era el llamado “brise”, con láminas de marfil intrincadamente talladas y unidas por un cinta de seda blanca o roja.
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