Ropa interior de "Ordifen" 2008 en la Semana de la Moda de China.
Nanhai es la capital china de la lencería. Cientos de fábricas que alojan a cientos de miles de trabajadores (esencialmente femeninas, pero cada vez más hombres), en las que se producen decenas de millones de prendas íntimas al año. Y Nanhai es, además, un ejemplo de libro del "tsunami" chino que está afectando al comercio mundial.Los argumentos que han venido justificando la supremacía china en el textil son de todos conocidos, y en Nanhai aparecen con todo su esplendor: condiciones laborales distintas (turnos de 12 horas, menos vacaciones pagadas), mano de obra abundante y barata (procedente del campo en su mayoría), nula protección sindical (los sindicatos están prohibidos).Sin embargo, con todo eso, hay un detalle que resulta aún más revelador: "el mismo sujetador a la última moda con bordados que una fábrica tradicional tarda días en fabricar, en China se hace en 20 minutos".Por supuesto, siempre se puede apelar a los sentimientos nacionales para defenderse de algo así, como está haciendo Francia. Pero la lógica económica es aplastante. Son capaces de fabricar los productos igual de buenos, más baratos... y más rápido.
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